Envejecí de
repente
aunque algunos objeten.
Llegando al
poniente
me he vuelto
cargante,
casi tanto como
el calor,
y aunque por instantes
los ímpetus se
aquieten,
ese fragor fijo, agobiante,
esa nube húmeda y
densa
mezcla de deseo y
pasado,
me hace creer
demente.
Manías y mañas, con
sorna,
tejen sus redes deprisa
las confunden, las
enmarañan,
y lo que era
benigno, estable,
manso, alegre risa,
en fin, todo
ahora me trastorna.
Lo poco que aún sobra
de lo que haya
sido otrora
ya no tiene compostura,
la biología perdió
la hora
el color del amor
ya no vibra
2 comentarios:
como siempre bellas letras.. aunque disienta con el final... la biología no pierde la hora... la hace ver distinta y disfrutar de otro modo.. mas calmo y con mas sabiduría...
Gracias Sergio, echaba de menos tus visitas! Lo bueno de la vida es poder disentir y seguir amigos y admirando al otro! Un gran abrazo
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